Archive for 01.11

Amores que matan, nunca mueren.


    • Estaba en frente de la puerta en la que mis recuerdos se habían forjado. Tú estabas ahí también, todos tus recuerdos y las palabras amables. Jamás habría pensado que una vez cuando te perdiera la vida me daría tan igual, jamás supe que te necesitaría tanto cuando me encontrara perdido entre mares de sentimientos y dudas. Siempre esa sensación de amarte tanto fue solo algo en lo que me resguardé para no darme cuenta de que la verdadera verdad estaba allí justo, junto a esos orbes que yo amaba tanto, junto a los miles de pensamientos que elocuentes despedían tus preciosos dedos largos y finos.

      Una vez, no hace mucho fue que me dijiste que echabas de menos el sonido del fa menor y aquel dedo índice estallar contra la escala más fina situada en medio de aquellas teclas de marfil. Aprendí aquella melodía para que en tus noches más solitarias, cuando yo ya no estuviera pudieras recordar y abrigarte con ella. ¿Después qué? Nada, después solo estaba el vacío y el frío, la sensación de ya no tenerme contigo, de no escuchar mi voz, de ya no sentir mi abrigo. El amor se deshizo, ¿Sabes? Cuán ferviente fue aquella sensación para mi, el miedo que sentí cuando ya no pude tenerte entre mis brazos, el desdén del mundo ante mi decepción, la longevidad de mis palabras, del no perdón.

      Aquel diez de Marzo, junto a la estación de trenes. Nevaba, con muchas ganas de hecho, el mundo se paraba solo para nosotros. Mis ojos no dejaban de buscar los tuyos, pero no querían ser encontrados, solo querían ver lo que estaba prohibido, así justo, como un niño. Los tuyos esperaban la caída de ese ángel, el que no viste jamás caer, el que nunca se dejó ver. Aún recuerdo aquella pasión con la que escuchabas las piezas de tu compositor favorito, como te ponías firme y eufórico al escucharlas. Mis ojos se llenaban de lágrimas, eran egoístas y solo se guiaban por simples palabras, si supieras lo que pensaba...

      "Me gustaría que también me miraras a mi con esos mismos orbes, con los que pareces estar tan feliz y enamorado" Si solo me vieras, si me sintieras de la misma forma en la que lo hacías con aquella hermosa música. Llegué a hacer miles de cosas por ti, a aprender a tocar el cielo con mis manos un segundo y quemarmelas en el infierno al siguiente. Todo lo que quedó después de ti fueron recuerdos que buscaron un hogar entre los más añorados y se situaron ahí por toda una vida.

      No te echaré la culpa por los vicios y malas costumbres que dejaste en mi, por levantarme cada mañana buscando ver aquellas pupilas entrecerradas, por hacerme buscarte cada noche alargando mis dedos por la almohada. Te culparé por sentirme tan solo, porque ese hecho no te importe, porque me has dejado como si nada, por tumbarte en mi cama, por sonreírme desde el primer momento; Por amarme.

      ¿Por qué me quisiste? Porque hiciste como si nada; postrándote como una bella dama, arrebatándome todo lo que yo más atesoraba, quitándome la armadura de cobarde, partiendo en mil mi burbuja de agua... Te odio ¿Sabes? Te odiaba. A ti, sí... Por arrancarme el alma, Por llevártela tan lejos que incluso en mis noches más lejanas no podía encontrarla. Te fuiste, dejaste todo tan quebrado...Incluso ahora aún no puedo culparte por todo. Dime, tan solo una palabra.

      ¿Por qué me amabas? Porque parece como si no importara, como si estos sentimientos ya no fueran nada. Solo estoy yo ahora, parado, cansado, insólitamente abandonado. Te añoro tanto que esto me mata, quiero besarte mil veces, gritar otras cuantas más, sentir tus brazos sobre mi espalda. ¡Háblame, dime algo! Tan siquiera una palabra. ¿No te importa? Quiero decir, ¿Ya no me buscas más? Te han cansado mis hadas...¿No es así?.

      Te quise tantas veces mío, grité miles de veces tu nombre, ¡Te balanceaste entre mis ramas! Pero a ti...A ti no te importaba nada. Jugaste con mi alma, me miraste con mala cara incluso pero después de todo, no te importaba nada.  ¿Amor? Nunca quise ceñirme a aquella palabra. El mundo le había dado tantos nombre en tantos idiomas diferentes y aún así nadie sabía aún de qué se trataba. ¿Era aquella extraña sensación en el pecho? Porque se sentían como un enjambra de abejas, como si los nervios te comieran y solo querías sentir que el mundo se marchaba.

      Fuiste mi rival, mi amigo, el mejor y te colaste buscando algo más, robaste mi corazón y fuiste mi confidente y cuando por fin aquel sentimiento desbordó, bañaste de dudas mi corazón y entonces, fuiste mi todo. Aquel por el que yo más lloraba, al que a la misma vez yo ya no podía contar nada pues una simple palabra bastaba para arrebatarme el último pedazo de mi alma. ¿Qué hiciste conmigo? Me lo pregunto incluso ahora, estaba a tu merced, era como un simple papelillo. ¿Me amas? ¿De verdad? Entonces te diré... ¿A cuántos más con las mismas ganas? Me buscas, y no quieres encontrar nada, te susurraré una verdad de la forma más delicada. ¿Quieres saberla? Porque si te comprometes a decir que sí entonces no me quedará otra, ¿De veras? Pero es lo único que me queda...¿Entonces estás seguro? Ahora que sabes todo de mi, no vas a querer nada más y eso me asusta. Me has dejado desnudo, ahora no puedo esconderme de esos ojos, tu mirada me mata.

      ¿Me amabas? No lo creo, el único que siempre quiso y que jamás tuvo nada está guardando espacio a aquella sombra negra.

      ¿Recuerdas? El número diez del tercer mes. Aquel número par que tanto amabas, donde nuestras miradas nunca se encontraban. Dime, ¿Lo has encontrado? Aquel Ángel blanco... Ya veo ¿Lo amas? Entonces mi corazón fingirá calma.

      Porque...
      Siento que si ahora yo te espero voy a acabar con aquel sentimiento.
      Que el único que siempre quiso esto, fue aquel recuerdo.
      Perdóname.
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Memorias.


    • Aun llueve afuera y Alfred observa por la ventana con una sonrisa. Se siente libre. Se siente fuerte. Se siente… solo.La lluvia no se detiene y no hay nadie en la casa con quien celebrar. No hay panecillos quemados, ni tés amargos. No hay sonrisas ni cálidos brazos. No hay polvo de hadas ni cuentos en voces gruesas.

      Solo hay frío. Silencio. Polvo. Pólvora. Miedo. Soledad. Lluvia.

      Solo hay lluvia.

      Alfred abre la puerta, sale sobre sus tierras y la lluvia moja todo su cuerpo, respira su libertad profundamente. Respira… respira el olor a guerra, sangre, pólvora y odio. Respira el olor a lágrimas.

      "¿Cómo podría dispararte…?"

      Sus ojos azules se abren y Arthur esta en el suelo, manos sucias y ensangrentadas sobre su rostro bañado en lluvia y lágrimas. Arthur llora y se desgarra por dentro frente a él y Alfred se queda inmóvil, solo observa al hombre en el suelo.

      "¡Demonios! ¿¡Por qué!?"

      Cuando sus párpados dejan de sentirse pesados por las gotas de lluvia y se abren, azules y vacíos, su mano se estira y trata de arrullar a la persona en el suelo, a la persona que se muere frente a él.

      Y la imagen desaparece.

      Alfred parpadea una vez y una vez más y las lágrimas cálidas bajan por sus mejillas esta vez, su boca se abre pero su voz no sale, sus manos suben hasta su rostro y las ve con horror…Cuando por fin las lágrimas llenan su rostro y su alma, ya es demasiado tarde y Arthur se ha ido. Da la vuelta y con lágrimas, pena, dolor, terror, soledad… corre. Corre tan rápido como sus derrotadas piernas le permiten. Corre tan rápido como puede y sus ojos divisan la línea de la costa y el barco que se aleja. Sus pies no tienen más espacio para correr. La madera del muelle se acabo. Su rostro se contorsiona en dolor, sus rostro se llena de aún más lágrimas y la lluvia sigue cayendo.

      No te vayas.

      Sus manos se extienden hacia la imagen borrosa del barco que ya no volverá.

      No me dejes.

      Su voz no encuentra salida aun cuando su boca se abre entre su respiración erradica y desesperada.

      Perdóname…

      Por favor…

      No me dejes…

      Perdóname…

      Yo te…

      Yo…


      Su voz se rompe al final, sus rodillas ceden y se golpean contra la madera mientras su cuerpo tiembla de pies a cabeza y sus manos polvorientas y temblorosas se pierden en su dolorido rostro. La lluvia cae, lenta y despiadada.

      "Lo siento…"

      En el barco Inglés que deja por última vez, a los ahora, independientes, Estados Unidos de América, la voz de un niño resuena en los oídos de un abatido hombre que ve la costa, el muelle y a un hombre de rodillas, roto sin reparo, desde el borde del barco.

      Arthur pretende que las gotas que bajan por su rostro son solo de lluvia. Aunque aun puede escuchar a su Alfred, a su adorado, bello Alfred.

      "No te vayas, Arthur, si te vas, me sentiré tan solo…"

      Al irme yo también me siento solo. 

      La lluvia cae y el agua se lleva los restos de la época en la que ambos fueron realmente felices.
      "Vamos a casa, ¡Pequeño Al!" ... "¡Sí!"
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Vértigo.




    • ¿Alguna vez has sentido el vacío, asesinándote el corazón? Sí, yo sé… Yo sé que tú lo entiendes, yo sé que tú me comprendes. Ese vacío, que actúa como una fuerza poderosa que te arrastra sin control de un sitio a otro; que te provoca un vértigo asfixiante; como cuando realizas una caída libre cuyo destino es claro, pero cuya dirección es imposible de averiguar. Y cuando finalmente caes, miras claramente a la Nada y al Todo en un mismo sitio. Vas en picada, tan rápido, que es imposible contener la respiración; tan veloz que tus ojos apenas abiertos miran todo agitarse bajo tus pies. No tocas el suelo… tampoco lo ves.

      Has caído en el mismo sitio donde he sido arrojado yo. Y tú, al igual que yo, lo miras todo con tus ojos entreabiertos y confundidos.

      ¿Qué harás? ¿Te irás o te quedarás? Y si lo haces, si te quedas ¿Es por algún motivo que te mantienes a mi lado? Hay tanto que no puedo comprender, tantas cosas que miro y que a veces no digo. ¿Sabes? Me hago responsable directo de tu nula falta de concentración en el entrenamiento, a veces te apreso demasiado fuerte, los dos lo sabemos. ¿Por qué estás aquí? A veces creo que merezco saberlo, en otras ocasiones lo dudo. ¿Para qué has regresado? ¿Hay algo más que mis deseos de por medio? No contestes, hagas lo que hagas, no contestes ¿Para qué has vuelto? ¿Existe un motivo real? ¿Un motivo interno? ¿O son sólo ilusiones que creé para atarme a mi cordura? ¿Para atarte a mi cordura?.

      Ha pasado ya mucho desde que encontraste mi alma rota. Y es por ello que me siento tan perdido, tan abrumado, tan acabado… Tan fuera de mí. Entonces ¿Ésto es lo que soy? Porque de ser así, me tengo un miedo terrible. Déjame extender mi explicación: es un pánico horrible, siniestro y devorador que soy incapaz de controlar. ¿Ésto es lo que soy? ¿Esta cosa soy yo? ¿Este… este despojo de ser humano es lo que pretendo ser?

      ¿Sabes?

      Yo siempre veo, un brillo poderoso y terrible en tus pupilas. Uno que va más allá de una pigmentación o una desfragmentación atinada de la luz. Mucho menos es el destello de un verso grabado o de un poeta desesperado por ser un caballero romántico. Es más bien el reflejo que tienen en los ojos aquellos que han sido presas de terribles desgracias y que jamás tuvieron a alguien consigo.

      ¿Y yo qué puedo llegar a ser? ¿Podría colarme alguna vez entre esa mirada? Porque eso es importante. Saber el sentido común de tu mente sobre mi existencia, es de suma vitalidad para que prosiga en un estado de aparente tranquilidad. ¿Qué crees que soy? ¿Vale la pena pensarlo? Quiero entenderlo, entenderlo todo. Buscar razones tras los actos sin intenciones y aun así encontrar algo.

      Quiero entenderlo todo…

      Y aunque trato, aún no puedo entender. Absolutamente nada.

      Me aterra la idea de andar en un barco y de saber que tarde o temprano vaya a naufragar. Puedo escuchar tantas palabras, tantas oraciones que se contradicen entre ellas y se filtran a mis oídos. Retiras lo dicho y lo devuelves sin aparente motivo. ¿Qué soy? ¿Un alma sin valor? ¿Un alma nada más? Y siendo así, ¿Qué puede llegar a ser un algo como yo en un alguien como tú?

      Es que yo… aspiro a tanto.

      He visto muchas caras, cientos de ojos, miles de gestos y a pesar de ello en los tuyos he encontrado un paraíso distinto. Porque la primera vez que los vi, vislumbré el hambre de la venganza, los destellos de la angustia, del miedo, del coraje y la furia. Y al mirar con más detenimiento, pude ver un alma sin consuelo y completamente destrozada, pero sobre todo… pude hallar un corazón oculto. Encontré tantas cosas en un sólo vistazo.

      No lo niego, la inteligencia fue algo llamativo entre todo ello, menos que el corazón y más que la angustia. Empero, cuando miré profundamente en tus oscuras pupilas fue que conocí al compañero, al amigo, al confidente, al consorte, al amante.

      ¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿A qué te ato?

      En estos instantes, veo como me pasas por el lado; con tu andar pausado, elegante, casual y ligeramente descuidado. Mis ojos se pierden en tu silueta. Nuevamente, no tuve el valor de hablarte.

      ¿Acaso tus ojos me miraron de reojo tan rápido, que no logré sentir tu mirada sobre mi espalda? ¿Por qué cuando me queda la duda de tus deseos se siembra el dolor por todo mi cuerpo? ¿Por qué si no estás conmigo con algo más que tu cuerpo me siento tan frio, tan solo, tan perdido?

      ¿Por qué no te quedas conmigo? ¿Por qué no has venido a buscarme? ¿Por qué no te quedas esta noche conmigo? Sólo una noche. Sólo una noche que me haga recuperar la energía para seguir sonriendo, para buscarte en todos los sitios. Sólo una noche que me permita ganarme algo más que tu simple cariño… algo más.

      Sólo esta noche; para que quizás algún día… puedas volver por otra.

      Hay veces que los motivos de una vida nos separan de otra. Hay veces que sin importar los deseos o anhelos; el destino nos separa despiadada y cruelmente. Pero sin importar todo eso; sin importar los caminos a donde te lleve la vida, la razón y el alma, yo te seguiré. Y te perseguiré a donde quiera que vallas. Nunca me alejare y te traeré una y otra, y otra y otra vez.


      ¿Demente, verdad? A mí también me asusta.

      Quisiera no tener que decir nada, para no desmentir ni dramatizar, quisiera que vieras lo que tengo dentro. Porque lo sabes ¿Verdad? Lo has pensado, lo has visto también… Corrí tras de tí aquella vez, aún cuando tú estabas en el mismo lugar de siempre, aún cuando fingía no tomarle importancia y no dudaría en hacerlo otra vez. Si con ello consiguiera salvarnos.

      ¿A dónde voy? ¿A dónde vas? ¿A dónde vamos? ¿Podría decirse que vamos?

      ¿Huyes de algún sitio? No, lo sé bien ¿Buscas a alguien? Probablemente, más no de esa forma. Eso es algo que usualmente llega a atormentar mi mente ¿Luchas por algo? Constantemente. Sin descanso, sin tregua, sin fin…

      Si fuera capaz de mostrarte los sitios más enfermos de mi mente, las áreas más deformes de mi cuerpo, si me desembarazara de estos miedos y me revelara ante ti, con la piel desnuda y la mente abierta, con el corazón roto y el alma triste ¿Llegarías a amarme? Sí me atreviera a perderlo todo y me encontrara nuevamente, si lograse corregir cada uno de mis defectos, afinar los tonos agrios de mi carácter… Si todo eso pasara ¿Qué sería de nosotros?

      Si yo fuera alguien diferente, con el rostro alegre y el trasfondo igual de llano ¿Qué sería de mí? ¿Qué sería de tí?

      Quedan tantas cosas por terminar en este sitio. Te quedan fundamentales piezas para armar tu vida, y lo comprendo. Amargo, egoísta e imposible sería pedir que te quedaras en un sitio que no tiene nada para ofrecerte. Y no es que fueras a hacerlo, porque bien sé de tu ardiente promesa, misma que susurras cada noche.

      Y encuentro esa fuerza que te impulsa a hacerlo, cada vez que te observo hacer puños tus manos y encajarte las uñas hasta hacer correr la sangre por tus palmas, para que palpen el suelo, acostumbrándose a su sitio sobre la tierra, añorando la piel que ansías destazar. Cuando dejas a tus pupilas perderse en un mar de desventura en donde los tonos petróleo de tus ojos revuelven la visión de las casas que habitaron alguna vez los miembros de tu familia, hace ya tanto tiempo.

      Y lo comprendo, una parte racional de mi conciencia lo hace, porque existen ambiciones también detrás de mis ojos. Tú tienes tus asuntos pendientes, tus miedos, tus ambiciones, tus deseos, tus secretos e inclusive tus sueños. Tú tienes tu propia vida.

      Al ser humanos poseemos nuestra forma individual de planificar nuestra existencia. De igual forma yo en mis lados mas extraviados añoro con encontrar los brazos oscuros del manto de la locura que me impedirán volver a ver la luz del día a corto plazo. Es sólo una sensación fugaz que se cuela por mi mente en las ocasiones más sombrías de mis cavilaciones. E inclusive entre mis aspiraciones abstractas que de sobra ya conoces, esas que has escuchado desde mi infancia, aún cuando conozco las reglas del juego establecido sobre el tablero, te veo en ellas. En ocasiones observar mis propias ideas me aterra con una fuerza implacable y demoledora que se cuela por mis huesos hasta salir por finas fisuras y estamparse con los tejidos musculares, rompiendo cada capa de mi composición biológica hasta aparecer en la superficie de mi cuerpo como centenares de minúsculas agujas de plata destrozando las figuras y contornos de mi ser.

      No busco encadenarte a mi vida. Me rehúso a sucumbir a la idea de convencerme de situaciones inverosímiles. Y no es que lo crea, aunque lo quiera, porque acepto tu independencia y la necesidad de tu alma, aunque me mate por dentro el no tenerte conmigo, el no poder tocarte, ni poder decirte un susurro al oído. Y sabiendo todo ello, no logro asimilar ¿Por qué se me clava esta sensación oxidada y punzante en el pecho? ¿Por qué te miro y no logro comprender como es que teniéndote tan tangible en mi mente no pueda tocarte nunca? ¿Cuándo es el momento? ¿Cuánto se tiene que esperar? ¿Cuándo se habla y en qué momento se calla? ¿Cuándo es que podre tenerte conmigo? ¿Cuándo será ese momento?

      Las personas morimos y renacemos constantemente, Hiciste una pausa larga que se llevó tus ojos a otro sitio.

      No, Negaste rápidamente sin dar espacio a ideas o argumentos. A veces existen situaciones que impiden la unión de dos almas.

      Tu rostro en ningún momento me miraba y eso me asustaba, tenía entonces tanto miedo a tus reacciones, a tu desprecio y a la vez, admiraba tu distancia.

      Si dos personas no logran una historia en su momento, se buscaran en la siguiente vida, Murmuraste un tanto apagado, fue entonces que dirigiste tus pupilas sobre las mías y las clavaste analíticamente, sin dejar lugar a dudas. Por eso se buscan en su próxima vida, Concluiste.

      Dejaste al silencio hacer forma, no comentaste nada y me negué a romper la fuerza de las palabras mudas.

      Pasó largo tiempo y como si abrieras un capitulo agregaste: Por eso estamos ahora… aquí.

      Y luego te marchaste y me dejaste bañado en mares de dudas y sueños.

      Fue hace varios años atrás, ¿No? Aquella teoría que tú mismo me diste a conocer rondó en mi mente durante mucho tiempo. No puedo depender de un destino, eso trunca mis expectativas, añoro demostrar a la vida que se equivoca y hacerla ver en ella misma las razones para seguir de pie, para continuar. Amo aquella sensación, más aún que el sabor de la melancolía que le da un toque de pasión a mi vida. Aquella noche que me instruiste aquella lección de vida ¿Pensabas en las mismas personas en las que yo lo hacía? Tú y yo. ¿O sólo lo comentabas como un polvo al aire que deseabas esparcir como una enseñanza a mi extraviada mente? Arriesgando tanto y desplazando al tiempo, a veces un cosquilleo se cuela entre mis costillas preguntando:

      ¿Cuántas vidas son suficientes?

      ¿Cuántos pecados puede consigo cargar una sola alma? ¿Cómo se abren los pétalos de una rosa seca sin romperse? ¿Qué tratas de ver? ¿Por qué hay algo que me hace sentir que existe algo más allá de este pedazo de historia contigo? Como las piezas de dominó tallando contra la mesa. Minúsculas fichas blancas con puntos negros, alto contraste en un rectángulo de arte. Van siendo colocadas en dos grupos. Cada lado va desprendiendo números que se complementan con las piezas del otro lado, sumando números de 12. Siete pares son armados y de ser el destino piadoso, de ser lo escrito real, tantos pares como se unan se compartirán.

      Estoy aquí mirándote desde lejos. Lo sabes. Y cada vez que disimuladamente preguntas por ello lo niego. A veces tú también llegas a hacerlo, usualmente lo niegas. Disimulamos constantemente. Es una fuerza natural.

      No disfrutas jugando de esa manera, ni yo tampoco. Hay algo que falta entre las paredes, si logramos encontrar una manera de mantener todo de pie y sin nosotros, estaremos seguros. Atamos la energía a un lugar, tenemos que evitarlo de una manera u otra. Es necesario, eso que se cuela en silencio es algo que sólo nosotros debemos saberlo. Lo inexplicable que habita y nos preserva en el tiempo, es algo que no necesitamos definir. ¿Por qué me atrevo a unirte en mis idealizaciones retorcidas? Porque hay algo que sé, que conoces que sé. Y de lo que jamás hablamos. No es necesario, con sentirlo basta. No busco explicarlo, tú buscas entenderlo. Y a la vez, esperamos. El tiempo es algo que ha dejado de establecerse en nuestro espacio. Es hacer lo que debemos. Quiero estar contigo, mancharme con sangre si es tu sangre, ofrecer mi vida si es a cambio de tu vida, enloquecer si es atando tu cordura a la mía. ¿Lo comprendes de alguna manera? ¿Lo buscas? La incertidumbre me mantiene atento. Hay tantas promesas que quedan por cumplir…

      Y cuando sean cumplidas… ¿Te entregarás al regocijo y al placer de ver conseguida tu venganza, para así irte a destrozar estrellas? ¿Me entregaré al gozo del reconocimiento y la fingida aceptación, a inventarme motivos para sostenerme vivo coleccionando flores? Hay tantas cosas que alimentan el vacío de mi ser. Miro las palabras y las olvido en mi mente, haciéndolas llover inesperadamente. ¿En qué forma lo explico? ¿Espero pasar al pasado, pelear al presente, hacerlo pretérito y encontrarte conmigo? No puedo obligarte a permanecer a mi lado, en el mismo sitio, de la misma forma en que te lo he dicho.

      Aún así… soy terco y lo sabes. No dudes de mis capacidades para salirme con la mía, para encontrarte, para sorprenderte.

      ¿Irás conmigo? Y si lo haces… ¿Simplemente irás por ahí conmigo? ¿Simplemente estarás? ¿Estarás ahí como quién espera por costumbre? ¿Estarás ahí como quién busca pagar una deuda que en realidad no existe?

      O acaso… acaso ¿Me sujetarás la mano? ¿Me dejarás sujetarte la mano mientras caminamos? ¿Lo harías?… Contéstatelo a tí mismo ¿Serias capaz de andar conmigo por el camino? Con un beso en los labios, podrías sentir el amargo y agridulce sabor que cargo en la boca, sanarías con varios el dolor que algunas noches de invierno me tumba y me mata. No necesito mimos, no soy una delicada dama, no busco lujos o palabreríos cargados de patéticos romances innecesarios. Sólo te busco a ti. Lo demás, lo haces y lo harás sin darte cuenta. A veces los humanos somos más pasionales cuando no entendemos nada.

      Hay algo que se me escapa de los ojos en forma de lágrima, que me mancha el rostro y cae de mi barbilla al suelo. Es una gota que brota desde muy adentro, de un sitio lleno de colores, de una habitación repleta de aromas. Y es negra, oscura, melancólica, dolorosa, discreta, taciturna, sanadora, amorosa y eterna.

      Y tan… tan mía.

      Entiéndelas porque son negras como el todo. Llenas de tantas cosas. De tanto que se arranca de mi alma. Las tengo en las manos. Tómalas, porque la sangre que brota de tus ojos llegará a tocarlas. Hay algo que se filtra, óyelo. Hay tanto dentro de algo tan roto. ¿Tú si eres capaz de mirarlo, verdad? ¿Tú si eres capaz de… de amarlo…?

      - Noah.- Tu voz me llama desde algún sitio.

      Podemos hacer y deshacer el mundo si estamos juntos, si es que me entiendes ¿Qué es lo que llegas a ver en una cosa bestial como yo? ¿Qué es lo que veo yo en tu corazón, en tus ojos y tu alma? ¿Qué es lo que nos hizo coincidir en un mismo sitio? ¿Qué es lo que nos ha llevado hasta aquí? ¿Qué es lo que podría ser capaz de llevarnos a cualquier lugar?

      ¿Te atreverías a adjudicarlo a una coincidencia? ¿Al azar? … ¿Lo harías?

      Cuando miro tus ojos, veo un mundo que a veces pareciera que ni siquiera tú conoces, un mundo que no conozco y a la vez resulta familiar y adorado. Sigo al instinto, al corazón y a la razón que me gritan lo mismo. ¿Cómo se llama lo que siento? El mundo le ha puesto tantos nombres en diversos idiomas, que traducen siempre a lo mismo. Un conjunto que me resulta imposible explicar y a la vez, da la sensación de ser describible con tal facilidad que nos confunde. No me atreveré a aludir su nombre.

      - Noah - Vuelves a llamarme, algo irritado.

      ¿Resulta demasiado ocurrente decirlo? El hecho de que quiero estar contigo, no sólo a tu lado, si no a la par. Más allá de la vida después de la vida. Más allá del amor después del amor.

      Porque...

      Hay tantas cosas que han cambiado en mi vida desde que te conocí
      Hay tantas cosas que cambiaste en mí cuando se encontró tu vida con la mía.
      Hay más detrás de mis palabras y mis acciones, de lo que siquiera te imaginas…
      Gracias.
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Tanto tiempo.


    • Siempre que miraba hacia atrás era capaz de verle. A él y a sus pequeños ojos entrecerrados y un firme y delicado hilo del destino de color fervientemente rojo enroscado en su dedo fuertemente. Era hermoso, su rostro, todo le hacía parecer diminuto pese a ser un país fuerte y poderoso. Aún no podía enfrentar aquel cielo que se abría en aquellos pequeños pero poderosos orbes. Tenía muy presente lo que era cierto y lo que no lo era y aquello era tan hermoso que obviamente, era una mentira.

      En sus ojos no había nada, aquellos castaños lucían apagados, el brillo risueño se había secado en sus ojos. Su sonrisa ya parecía fingida. Aquellas manos ya no portaban aquella calidez tan hermosa que le caracterizaba. Finalmente había caído rendido ante una vida en la que ya no hallaba la mínima posibilidad, finalmente se había derrumbado ante aquellos insípidos pilares de cal que habían trazado sus hermosos pero falsos sueños. Había olvidado qué era la realidad y qué desde luego, era lo ficticio.

      Sus castaños no brillaban, ahora descansaban en la penumbra de un amor olvidado. Con el tiempo y quizás el paso de los años le habría olvidado, pero aquello no pasó y él continuaba lamentándose por ello. Le esperó tanto tiempo que no tenía idea de la razón de muchas cosas, tanto tiempo que olvidó por quién esperaba, más incluso que ya aquel rostro que solía conocer tan bien, se había convertido en una borrosa silueta grisácea y sin ojos. Aquellos celestes, ¡Sus cielos! Los había olvidado, nada tenía sentido.

      Un cobarde como él se habría rendido, pero no lo hizo pues del corazón inofensivo pero cruel no era capaz de vivir una nación y la suya, hacía tiempo que vagaba en pena.
      Aquel día era uno de tantos en aquel monótono país en el que podía aburrirse cuando quisiera sin que a nadie le importase. Miró por la ventana, en la que la luz ya no se reflejaba debido a las altas horas de la noche y la profunda y hermosa oscuridad iluminaba con un delirio insano y romántico las penumbrosas calles de Venecia.
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