- Back to Home »
- Ratón Ahogado. »
- Ratón Ahogado
Y en tus ojos me perdí, porque eran infinitos.
Como un ratón, estos eran pequeños y agudos y dentro de ellos podía observarse el miedo, corriendo de un lado a otro en el interior de esos ojos y te veía a ti, que parecías realmente inmune y fuerte para demostrar que en realidad te morías de miedo y eso me hacía sentirme asustado también. Yo no sabía a qué le temías, pero el profundo sentir del inminente final acercándose era incierto. Me pregunto si aún recuerdas esos besos, si sentiste el primero como un final y el segundo como la partida hacia esa carretera rocosa infernal hacia lenguas de fuego, las mismas que yacían enroscadas a los brazos de nuestro pequeño amor desde hacía tiempo, aunque nunca se sintiera así.
También me preguntaba constantemente tu nombre entonces, pero ya no; porque sé que tú siempre serás tú y nadie más.
No supe nunca si fuiste tú el que se puso aquel mote de ratón, ni por qué, pero quizás fuera porque estabas asustado y vagabas sin saber a dónde o te gustaba esconderte, o quizás el hecho de sentirte solo o incluso fuera sólo un capricho, quién sabe. Sólo sé que no pude sacarte de mi cabeza desde aquel día de mi cumpleaños, en Septiembre, cuando aquel curioso huracán tocó tierra. Recuerdo haber escuchado tu voz menuda con mucha claridad, también evoco a veces tu mano abarcando mi cuello sin ninguna delicadeza y la sensación plena de mi corazón gemir en mi pecho con pesadez.
Amor, ¿Qué era el amor? Puede que nunca lo supiese o quizás sabía que era todo el tiempo, no estoy seguro pero supongo que amor es eso que utilizas de escusa para englobar todos los millones de cosas que te hace sentir alguien. Si no me equivoco, estoy seguro de que en ese caso te amo como nunca jamás he amado a nadie antes y aunque ahora este sentimiento agujeree mi pecho, sé que una vez estuvo bien amarte, pero ya no lo sé; porque aún si este amor aún achicharra mis entrañas, no tengo idea de si está bien sentirlo.
Creo que soñé, lloré y me arrepentí muchas veces por su culpa antes de decidirme a escribir esto, pero hoy estoy aquí para que sepas algo, algo que probablemente ya sepas y deseo que evoques. ¿Recuerdas cuando estábamos refugiados al borde de un mundo real y otro inventado? En ese sótano que guardaba millones de libros. Yo recuerdo el momento de una de esas innumerables noches en la que con voz teatral, como sólo tú sabías poner, sostuviste un libro entre tus manos y me leíste Hamlet por primera vez, o la primera vez que vi volar tus dedos sobre ese finito teclado de piezas marfiles blancas y negras, creando unas melodía y unas danzas hermosas, o las cenas que hacías, que pese a no ser generosas, eran un manjar. Incluso las cosas más simples, como el trecho del mercado al sótano, caminando en silencio con el frío invierno calando nuestros huesos y la mullida nieve bajo los pies.
O cuando huías de mis palabras cuando yo trataba de acercarme y saber más de ti, incluso cuando te veía luego de tomar un baño, cuando te soltabas el pelo y de tu cuerpo emanaba hacia el techo el vapor. Tengo también algunos malos recuerdos, sin duda... Pero ni por asomo tienen ni la mitad del peso de los buenos, así que aún si está ahí, no se siente como tal.