Archive for 08.12

Niña gitana.


    • ¿Dónde ibas, tan cargada de ti misma? Que en las noches más intensas, apareciste frente a mis ojos, con encanto y un manto blanco sobre los hombros. Misteriosa muda traicionera, que en noches como esta te escapaste de mi cariño inexorable. Muchacha agraciada, ¿Qué llevas en aquella cesta de armiño? Porque estoy casi segura de que no podría ser tu niño. Pero... ¡Ay, chiquilla! Que me traes engañá, entre el casi y el segura, pude escuchar. Si me mintiera ahí mismo, no podría aclarar pero con certeza, yo te puedo asegurar; ahí se escucha una niña con la voz hipá, rezumando desde infinita tristeza un cántico tratando de simular, las viejas nanas gitanas que tu abuela te sabía susurrar.

      ¿Cómo pensar que has sido tú? Ay, mi niña gitana, si a mis ojos no eras nadie más, una de tantas. Te me meces como el viento, con la cara resguardá. Tapá con un pañuelo viejo repleto de agujeros, te vendes al olvido. Como viejo amigo, miras sus ojos cansados y te ciernes a la nada. Caes, perezosa niña gitana, caes y rompes tus alas.

       ¿Cómo saber que eras tú, la que no sabía agitar las alas? Ahora ya rotas, lamento no haber hecho nada. Niña, la cesta de armiño se rompe y se quiebra, pero tranquila, la niña ya no simula siesta y ya puedes respirar, que se te escapa dentro de la sombra de lo que alguna vez tú supiste dar. Ahora ya no se escuchan lágrimas derramar y el llanto de cuna ya no vuelve a sonar jamás.

      Dime, niña gitana, ¿A caso podremos vernos de nuevo mañana? Ten cuidado con las riendas, no tropieces y no caigas.

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Deletreando.


    • Gateando hasta rastrear los huesos que dejaste perdidos, inundados de amargura y fríos, me siento y dejo en claro que intento olvidar la amargura que me recorre, que ya no es tanto el sentirme vivo, como el hecho de estar vacío. Te me apareces a tientas y me agarras, dejas en mi toda tu vida, tus notas y las estrofas. Me quieres, me odias. Trazas una fina línea que me marca cuales son mis límites, pero no la obedezco. Nos encontramos cara a cara, me miras y te miro pero en la tuya no hallo nada más que unos ojos que brillan vacíos y a la vez llenos de cosas que jamás supe interpretar y que nunca sabré entender. Te me abres por el costado y me enseñas las entrañas que tan llenas de cosas tienes, pero no sé distinguir nada, sólo se ver sangre  y el gesto en tu cara que me anima a seguir observando, a continuar con aquella hazaña bárbara mientras tú misma, ante mi ansiosa mirada, te rompes el alma.

      Y me duele, bueno o aunque sea me dolía hacía tiempo todo lo que a ti te dañaba, pero creo que mentiría si te dijese que todavía sufro de la misma manera, que todavía disfruto viéndote hacerte daño a ti misma, porque hace tiempo dejé de observarte como una bombilla de luz para un mosquito extraviado. Ahora probablemente seas otro tipo de faro, uno más brillante y sin duda, increíblemente lejano.

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El tiempo.

    • Mientras nos despeñamos nos tomamos de las manos una última vez. No hay nada que decir, tu mirada me embarga y puedo descifrar y creer en lo que tú crees. Es cierto lo que me dices con los ojos, comprendo el brillo y las lágrimas ausentes que no quieren darse a conocer. Lo entiendo, lo sé.
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