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- Deletreando.
Gateando hasta rastrear los huesos que dejaste perdidos, inundados de amargura y fríos, me siento y dejo en claro que intento olvidar la amargura que me recorre, que ya no es tanto el sentirme vivo, como el hecho de estar vacío. Te me apareces a tientas y me agarras, dejas en mi toda tu vida, tus notas y las estrofas. Me quieres, me odias. Trazas una fina línea que me marca cuales son mis límites, pero no la obedezco. Nos encontramos cara a cara, me miras y te miro pero en la tuya no hallo nada más que unos ojos que brillan vacíos y a la vez llenos de cosas que jamás supe interpretar y que nunca sabré entender. Te me abres por el costado y me enseñas las entrañas que tan llenas de cosas tienes, pero no sé distinguir nada, sólo se ver sangre y el gesto en tu cara que me anima a seguir observando, a continuar con aquella hazaña bárbara mientras tú misma, ante mi ansiosa mirada, te rompes el alma.
Y me duele, bueno o aunque sea me dolía hacía tiempo todo lo que a ti te dañaba, pero creo que mentiría si te dijese que todavía sufro de la misma manera, que todavía disfruto viéndote hacerte daño a ti misma, porque hace tiempo dejé de observarte como una bombilla de luz para un mosquito extraviado. Ahora probablemente seas otro tipo de faro, uno más brillante y sin duda, increíblemente lejano.